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NASA/NOAA/GSFC/Suomi NPP/VIIRS/Norman Kuring Imagen de «Blue Marble» |
El nuevo satélite de observación de la NASA Suomi CM ha tomado unas espectaculares fotos en alta resolución de la serie «Blue Marble» (Canica azul), en la que se aprecian los auténticos colores de la Tierra. La fotografía, que muestra nuestro planeta en una imagen compuesta a partir de varias franjas, supone una mirada nueva e impresionante del único hogar que, por el momento, tiene el ser humano.
La agencia espacial ha bautizado la imagen como «Blue Marble 2012» (Canica azul 2012), un homenaje a la legendaria fotografía tomada el 7 de diciembre de 1972 por la tripulación de la nave espacial Apolo 17, posiblemente una de las imágenes de la Tierra tomadas desde el espacio más famosas de la historia.
La imagen muestra alrededor de 1,6 km por píxel. El satélite está situado a una altura de 824 km sobre la Tierra y tiene una visión completa de la misma todos los días. La imagen está compuesta por el trabajo del instrumento VIIRS del satélite, que fotografía la superficie del planeta en «rebanadas» de 3.000 kilómetros de ancho cada una. Las franjas de cada sucesiva órbita se superponen entre sí, de forma que, al final del día, el sensor tiene una vista completa del mundo.
El Ártico se pierde en la foto porque la luz del Sol de invierno que recibe es insuficiente para permitir que las cámaras puedan ver, según explica la NASA. Además de capturar el espectro de luz visible, la sonda está equipada con instrumentos para medir la temperatura de la atmósfera y los océanos, y es capaz de detectar los incendios forestales y otros fenómenos que contribuyen al cambio climático.
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Video del día: edificio de 30 pisos es construido en 15 días |
Aunque esto parezca sorprendente la verdad es que es cierto y el siguiente video ya se ha convertido en uno de los más vistos en Youtube.
Solo 360 horas fueron necesarias para construir un edificio de 30 pisos desde cero.
El nombre de la empresa constructora es Broad Group y se trata de una compañía de china que construye edificios sustentables. Lo más impresionante es que este tipo de edificios tienen muchas ventajas ya que están prefabricados y permiten que se obtenga una mayor precisión en la construcción, se desperdicien menos materiales, se disminuya el tiempo, incluyendo otras ventajas sobre el ahorro de energía.
Definitivamente este parece ser el futuro de las construcciones de edificios y China se ha convertido en el pionero de ello.
¿Qué les parece?
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Gran puente danyang–kunshan, 164,8 Km. China |
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Gran puente de Tianjin, 113 Km. China |
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Gran Viaducto de Weinan Weohe, 79,7 Km. China |
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Bang Na Express Wat , 54 Km. Tailandia |
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Gran Puente de Beijing, 48,153 Km. China |
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Puente del lago Pontchartrain, 36,48 Km. China |
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Puente Qingdao Haiwan, 36,48 Km. China |
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Puente de Manchac Swamp, 36,69 Km. Estados Unidos |
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Puente Yangcun, 35,8 Km. China |
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Puente de la bahía de Hanzhou , 35,67 Km. China |
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Los tranvías de San Francisco le dan un carácter especial a esta ciudad del oeste de Estados Unidos. Imagen tomada de el tiempo.com. Puede ver toda la galería Aquí. |
Caminar por San Francisco requiere piernas fuertes para trepar por calles empinadas como toboganes y, aunque estamos en verano, una chaqueta que mantenga a raya el viento helado del Pacífico (vea aquí las imágenes del recorrido por esta ciudad).
Son las 3 de la tarde en esta ciudad del oeste de Estados Unidos y el cielo está despejado sobre Fisherman's Wharf, el muelle donde queda el embarcadero 39. La panadería Boudin, donde se prepara el famoso pan agrio, está atestada. Las aceras comienzan a poblarse con mujeres y hombres jóvenes que trotan en camiseta y pantaloneta, desafiando las corrientes de aire que soplan desde el mar, mientras quienes venimos del trópico nos cubrimos bien desde los tobillos hasta el cuello.
Tenía razón Mark Twain, autor de Las aventuras de Tom Sawyer, cuando alguna vez dijo que el invierno más frío que había soportado había sido un verano en San Francisco. El azul del cielo y el hecho de que el calendario marque el comienzo de junio resultan engañosos aquí.
China, Japón y los tranvías
La tragedia, en la que fueron destruidos 25.000 edificios, estuvo cerca de acabar con un símbolo de San Francisco: el tranvía.
Montar en tranvía es una experiencia única, pero que exige paciencia. Antes de subir a un vagón en la calle Powell, junto a la calle Market, se debe hacer una fila que a veces dura más de una hora.
Una vez a bordo, la campana del tranvía y el contacto del metal de las ruedas con los rieles son la banda sonora del viaje. Estamos en un vehículo de madera que, gracias a una palanca que acciona el conductor, se aferra a un cable de acero subterráneo que viaja a 15 kilómetros por hora, a través de canales.
Vamos sin motor y somos halados por una de cuatro ruedas gigantes que desde el Museo del Tranvía tiran sin parar de los cables de cada ruta: Powell, California, Mason y Hyde. Este es el mismo sistema que opera desde 1888 y que a finales del siglo XIX alcanzó a cubrir 120 kilómetros.
Al estar de pie en el tranvía es necesario agarrarse de las manijas del techo para no caerse mientras subimos cuestas tan inclinadas como un deslizadero de un parque de diversiones. Son tan pendientes las calles que en muchas partes los carros tienen que parquearse en un ángulo de 90 grados para que no se rueden.
Por las calles onduladas que se extienden al oriente de Union Square, una plaza en la que se organizaban manifestaciones en favor de la unión en tiempos de la guerra civil, se llega a Chinatown, un sitio cuya visita es esencial.
En este laberinto de calles estrechas se encuentran buzos de "buena calidad" por menos de 3 dólares y camisetas con la foto de Bruce Lee. Aquí todo está en chino: los letreros de los bancos, los carteles que prohíben botar basura y, por supuesto, los avisos de los restaurantes.
En Chinatown la sensación de estar perdido es normal, pues no se sabe si un letrero anuncia la entrada a una tienda de discos o a un baño, y en sitios como el parque Portsmouth, que en las tardes se convierte en punto de encuentro de mujeres y hombres canosos que juegan a las cartas, los únicos que hablan inglés son los guías turísticos.
Otra colonia importante es la japonesa, que cuenta con su Japantown, en el occidente de la ciudad, donde la geografía es menos quebrada. Allí, dentro de centros comerciales, se puede comer en restaurantes donde los platos se exhiben en maquetas de plástico en las vitrinas, para que los clientes vean lo que piensan ordenar.
Allí, a pocos metros de una pagoda, se venden té verde, zapatos para ninja, kimonos y toda clase de periódicos y revistas en japonés. Es un lugar en el que las piernas pueden descansar de la exigencia de las cuestas cercanas al muelle, pero también uno donde los extranjeros nos sentimos aún más lejos de casa.
El sabor asiático de la ciudad
De chinatown a japantown hay mucho para conocer.
El Chinatown de San Francisco es el más grande fuera de Asia y el más viejo de Norteamérica, y ha crecido desde cuando se documentó el arribo de los primeros inmigrantes chinos, en 1848, hasta ocupar unas 16 cuadras.
Durante la fiebre del oro, a mediados del siglo XIX, inmigrantes de la región de Cantón llegaron en masa a esta ciudad para trabajar en lavanderías de ropa, como cocineros y dependientes de almacenes, entre otros oficios.
Hoy la herencia china es importante y se suma a la de una población de asiáticos que supera las 200.000 personas, provenientes de países como Corea, Tailandia, Cambodia y Vietnam.
http://www.ELTIEMPO.com
Jueves 07 de Junio del 2011
*Invitación de United Continental Airlines